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Sylvanas, Enemiga en la Campaña de los Muertos Vivientes y se vuelve aliada despues de ser convertida en Banshee

 

Sylvanas fue miembro de una de las familias más importantes dentro de la sociedad de los elfos nobles de Lunargenta. Tiene al menos cuatro hermanos, entre los que se encuentras LirathAlleria y Vereesa. Su hogar era la Aguja Brisaveloz, en los tranquilos bosques de Quel'thalas. Sylvanas decidió unirse al cuerpo militar de los forestales, y con el paso de los años ascendió en sus filas hasta el rango de General Forestal de Lunargenta, líder absoluto de todas las fuerzas élficas. Antes de la Segunda Guerra, Sylvanas se labró una reputación como una intrépida astuta guardabosques durante el conflicto contra los Amani. Sylvanas reconoció el gran talento forestal humano Nathanos Marris en las filas de los Errantes, algo que sorprendió a muchos de sus compatriotas, como Halduron AlasolLor'themar Theron y Renthar Lanzalcón. Algunos de los compañeros de Sylvanas se dieron cuenta del gran orgullo que sentía hacia su discípulo humano, y se opusieron a la idea de permitir que un humano entrenase con los forestales elfos. Las numerosas visitas de Sylvanas a la casa de Nathanos en Marris Stead hizo que pronto se propagara rumores entre los Errantes de una posible relación romántica con su pupilo humano. Las razones oficiales de tales visitas eran para intercambiar informes como la visita que le hizo antes de la Segunda Guerra para hablar de una posible invasión de la Horda orca aunque luego tras la conversación ella se quedara a dormir. Incluso el príncipe Kael'thas Caminante del Sol tuvo objeciones sobre esto, y envió una carta a Quel'Thalas exigiendo a Sylvanas echar a Nathanos del cuerpo de forestales. A pesar de esto, Sylvanas persistió, y su respuesta fue simplemente que Nathanos sería un aliado leal. Y estuvo en lo cierto, el talento de Nathanos le permitió convertirse en el primer y último de los señores forestales humano, y fue responsable de las victorias que abarcaron una década de conflicto. 

Durante la Segunda Guerra, los elfos nobles ofrecieron tan sólo una ayuda simbólica a la Alianza. Entre dicha ayuda se incluyó el envío de un comando a las órdenes de la hermana mayor de Sylvanas, Alleria. Días después de su partida se descubrió unos misteriosos focos de incendio en los bosques de Quel'Thalas. Sylvanas, tomando el mando de los restantes forestales que quedaban, partió para investigar la causa de dichos fuegos. Lo que descubrió, sin embargo, era que una banda de trol del bosque merodeaba más cerca de lo habitual. Los alcanzó a las pocas horas, justo cuando estos le tendían una emboscada a las fuerzas de Alleria. Sylvanas no perdió el tiempo con preguntas, ordenó a sus exploradores que se unieran a la refriega y así se alcanzó una pronta victoria por parte de los elfos.

Tras el combate, Alleria le hizo saber a su hermana el motivo de su pronto regreso: una banda de orcos, ayudados por algunos dragones, estaban arrasando los bosques al sur de la nación elfa. Los humanos habían mandado a Alleria en busca de ayuda de Lunargenta, que tan sólo se encontraba a un par de días del campo de batalla. Sylvanas dio la orden de marchar contra los orcos, y así fue como las tropas de la Horda se vieron atrapadas entre dos frentes, por un lado el ejército de Quel'Thalas, dirigido por Sylvanas, y por el otro lado el humano, a las órdenes del paladín Turalyon.

La batalla que siguió fue durísima, y duró varios días, pero finalmente los orcos fueron derrotados y tuvieron que retirarse con numerosas bajas. Alleria y Turalyon los persiguieron, mientras Sylvanas rastreaba los bosques de Quel'Thalas en busca de supervivientes enemigos. Meses después la Horda fue expulsada de Azeroth, el Portal Oscuro fue destruido, y la Segunda Guerra llegó a su fin. 

Poco después de la Segunda Guerra, los elfos nobles decidieron romper sus lazos con la Alianza. De este modo, fueron Sylvanas y sus forestales los encargados de proteger Lunargenta de cualquier amenaza. A pesar de la existencia de criaturas peligrosas en las proximidades de la nación élfica, como los trol de los bosques, los múrloc o los gnoll, Quel'Thalas se mantuvo en una relativa paz. Con los años, los bosques recobraron su otrora belleza; a pesar de lo cual Sylvanas mantuvo siempre atentos y dispuestos a sus exploradores, sabedora de lo pasajera que esa calma podría ser.

Desgraciadamente estos temores pronto se hicieorn realidad, cuando Arthas Menethil, el traidor de Lordaeron convertido ya en un caballero de la muerte, apareció de improviso en las mismas fronteras de Quel'Thalas al mando de un ejército de no-muertosKelmarin, uno de los exploradores de Sylvanas, rápidamente le informó de que el azote de no-muertos se acercaba a la primera puerta élfica. Sylvanas organizó a sus Errantes, y se fue a observar con sus propios ojos al saqueador de Lordaeron.

Tras encontrarse cara a cara con Arthas, le sugirió que diese la vuelta. Sin embargo, Arthas replicó que la mismísima muerte había llegado a Quel Thalas y comenzaron su asalto a la primera puerta élfica. A pesar del empeño de los Errantes, Arthas pudo bloquear con éxito gracias a sus aliados nigrománticos y a los descomunales nerubianos que actuaron como máquinas de asedio. Sylvanas y sus forestales sobrevivientes huyeron hacia la segunda puerta y Sylvanas se dio cuenta de que ella sola no podría ganar esa batalla. Sin embargo, mantuvo la esperanza en los magistri de la Fuente del Sol, si supiesen lo que se acercaba, podrían inclinar la balanza a su favor. Otro forestal la informó que Quel'Thalas había sido traicionada, y observó como la Plaga forjaba un camino de destrucción oscuro e impío sobre la tierra. 

Arthas continuó sin descanso hacia la segunda puerta, matando a todos los elfos que se interpusieran en su camino. Sólo podía alcanzar su objetivo, la segunda puerta élfica, tras usar la Llave de las Tres Lunas. Sylvanas destruyó el puente que llevaba a la segunda puerta en un intento por detener el avance de los no-muertos, aunque resultó ser en vano, ya que Arthas ordenó a sus secuaces crear un enorme puente con cadáveres para complementar el paso.

Sylvanas se retiró a la Aldea Brisa Pura y evacuó a sus ciudadanos. Con poco más de sus forestales más incondicionales quedandose a su lado, Sylvanas decidió tomar una posición final antes de que Arthas se abriese camino hacia Lunargenta. Cada mensajero que enviaba a Lunargenta era asesinado, y Sylvanas coordinó un ataque aéreo de dracohalcones para hacer frente a los invasores. Sin embargo, esto también resultó inútil. Sabiendo que su muerte se acercaba, Sylvanas sólo pudo pensar en su hermana, Alleria, y miró el collar que le regaló. Pensó que probablemente se podrían volver a reunirse pronto.

Su batalla final contra Arthas se produjo al este de la aldea Brisa Pura, que ese momento estaba frustrado por la resistencia que había mostrado Sylvanas. Los dos pelearon, aunque la General Forestal no pudo igualar la potencia de la Agonía de Escarcha, que destrozó sus armas y atravesó su abdomen.

Según Arthas, fue Sylvanas quien llevó la condenación a los elfos nobles, ya que su objetivo principal era solamente la Fuente del Sol.

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