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Tras largos meses de preparación, Kel'Thuzad y su Culto de los Malditos finalmente dieron el primer golpe, lanzando la peste de los no-muertos sobre Lordaeron. Uther y sus compañeros paladines investigaron las regiones infectadas con la esperanza de encontrar un medio de detener la peste. A pesar de sus esfuerzos, la peste continuó extendiéndose, amenazando con destrozar la Alianza.

Cuando las filas de no-muertos marcharon sobre Lordaeron, el único hijo de Terenas, el príncipe Arthas, asumió la dirección de la lucha contra la Plaga. Arthas logró acabar con Kel'Thuzad, pero, incluso así, los ejércitos de no-muertos aumentaron con cada uno de los Soldados que caía defendiendo la tierra. Frustrado y descorazonado por enfrentarse a un enemigo aparentemente imposible de detener, Arthas tomó una serie de medidas extremas para conquistarlos. Finalmente, los compañeros de Arthas le advirtieron que estaba perdiendo su propia humanidad.

El miedo y la resolución de Arthas resultaron ser su perdición. Siguió el rastro del origen de la peste hasta Rasganorte, intentado acabar con esta amenaza para siempre. En su lugar, el príncipe Arthas sucumbió ante el tremendo poder del Rey Exánime. Creyendo que esto salvaría a su gente, tomó la hojarruna maldita, Agonía de Escarcha.

Aunque la espada le concedió un poder inefable, también robó su alma y lo transformó en el más grande de los caballeros de la Muerte del Rey Exánime. Con su alma apartada de sí y perdida su cordura, Arthas dirigió a la Plaga contra su propio reino. Finalmente, Arthas mató a su propio padre, el rey Terenas, y aplastó Lordaeron bajo la bota de hierro del Rey Exánime.

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