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Los enanos de la montaña de Forjaz vivieron en paz durante largos siglos. Sin embargo, su sociedad creció demasiado para el tamaño de sus ciudades montañosas. Aunque el poderoso rey supremo, Modimus Yunquemar gobernaba a todos los enanos con justicia y sabiduría, en la sociedad enana aparecieron tres poderosas facciones.

El clan Barbabronce, gobernado por el thane Madoran Barbabronce, tenía estrechos lazos con el rey y eran defensores tradicionales de la montaña Forjaz. El clan Martillo Salvaje, liderado por el thane Khardros Martillo Salvaje, vivía en los pies de las colinas y riscos en la base de la montaña, y querían ganar más control en la ciudad. La tercera facción, el clan Hierro Negro, estaba gobernado por el thane-hechicero Thaurissan. Los Hierro Negro se ocultaron en las sombras más profundas bajo la montaña y conspiraron contra sus primos Barbabronce y Martillo Salvaje.

Durante un tiempo las tres facciones mantuvieron una paz tensa, pero las tensiones se hicieron visibles cuando el rey Yunquemar murió de viejo. Los tres clanes gobernantes fueron a la guerra por el control de la propia Forjaz. La guerra civil enana rugió bajo tierra durante muchos años. Finalmente, los Barbabronce, que tenían el mayor ejército activo, expulsaron a los Hierro Negro y los Martillo Salvaje de la montaña.

Khardros y sus guerreros viajaron al norte, cruzando la barrera de las puertas de Dun Algaz y fundaron su propio reino en el lejano pico de Grim Batol. Allí, los Martillo Salvaje prosperaron y reconstruyeron sus tesoros. Thaurissan y sus Hierro Negro no se lo tomaron tan bien. Humillados y enfurecidos por la derrota, juraron vengarse de Forjaz. Thaurissan llevó a su pueblo muy al sur y fundó una ciudad (a la que puso su propio nombre) en las hermosas Montañas Crestagrana. La prosperidad y el paso de los años hizo poco por calmar el rencor de los Hierro Negro contra sus primos. Thaurissan y su esposa hechicera, Modgud, lanzaron un asalto a dos bandas, contra Forjaz y Grim Batol. Los Hierro Negro querían reclamar todo Khaz Modan como suyo.

Los ejércitos de los Hierro Negro chocaron contra las fortalezas de sus primos y estuvieron a punto de tomar ambos reinos. Sin embargo, al final Madoran Barbabronce obtuvo una victoria decisiva sobre el ejército de hechiceros de Thaurissan. Éste y sus sirvientes tuvieron que retirarse a la seguridad de su ciudad, ignorando lo que estaba sucediendo en Grim Batol, donde el ejército de Modgud no lo estaba haciendo mejor contra Khardros y sus guerreros Martillo Salvaje.

Modgud usaba sus poderes para enfrentarse a los guerreros enemigos, llenando de miedo sus corazones. Las sombras obedecían sus órdenes y cosas oscuras surgían de las profundidades de la tierra para acechar a los Martillo Salvaje en sus propios salones. Y finalmente, Modgud se abrió paso por las puertas y asedió la propia fortaleza. Los Martillo Salvaje lucharon desesperadamente y el propio Khardros cruzó las líneas enemigas para matar a la reina hechicera. Con su reina perdida, los Hierro Negro huyeron ante la furia de los Martillo Salvaje. Corrieron hacia el sur, hacia la fortaleza de su rey, solo para encontrarse a los ejércitos de Forjaz, que habían venido en ayuda de Grim Batol. Aplastadas entre dos ejércitos, las fuerzas de los Hierro Negro restantes fueron totalmente destruidas.

Los ejércitos combinados de Forjaz y Grim Batol se dirigieron entonces al sur, con la intención de destruir a Thaurissan y a su clan de una vez por todas. No habían avanzado mucho cuando la furia de Thaurissan dio lugar a un hechizo de proporciones cataclísmicas. Intentando invocar a un sirviente sobrenatural que le asegurase su victoria, Thaurissan llamó a los antiguos poderes que dormían bajo el mundo. Para su sorpresa, y la que sería su perdición definitiva, la criatura que emergió era más terrible que cualquier pesadilla que pudiera haber imaginado.

Ragnaros, el Señor de Fuego, señor inmortal de todos los elementales de fuego, había sido expulsado por los titanes cuando el mundo era joven. Ahora, liberado por la llamada de Thaurissan, Ragnaros volvió al mundo una vez más. Su apocalíptico renacimiento en Azeroth destrozó las Montañas Crestagrana y creó un gran volcán en el centro de la devastación. El volcán, conocido como Cumbre de Roca Negra, estaba rodeado por La Garganta de Fuego por el norte y las Estepas Ardientes por el sur. Aunque Thaurissan murió por las fuerzas que él mismo había liberado, sus hermanos supervivientes fueron esclavizados por Ragnaros y sus elementales. Hoy por hoy, siguen en la Cumbre.

Contemplando la horrible devastación y los incendios que se extendían por las montañas del sur, los reyes Madoran y Khardros detuvieron sus ejércitos y rápidamente se dieron la vuelta para volver a sus reinos, sin intención de enfrentarse a la asombrosa ira de Ragnaros.

Los Barbabronce volvieron a Forjaz y reconstruyeron su gloriosa ciudad. Los Martillo Salvaje también volvieron a Grim Batol. Sin embargo, la muerte de Modgud había dejado una mancha maligna en la fortaleza montañosa, y los Martillo Salvaje descubrieron que era inhabitable. Sus corazones se llenaron de amargura por la pérdida de su amado hogar. El rey Barbabronce les ofreció un lugar para vivir dentro de las fronteras de Forjaz, pero éstos rechazaron la oferta rápidamente. Khardros se llevó a su pueblo hacia el norte, hacia las tierras de Lordaeron. Se asentaron en los frondosos bosques de las Tierras del Interior y crearon la ciudad de Pico Nidal, donde vivieron más cerca de la naturaleza e incluso unidos a los poderosos grifos de la zona.

Los enanos de Forjaz construyeron dos arcos masivos, el Puente Thandor, para cubrir la separación entre Khaz Modan y Lordaeron, con la intención de mantener las relaciones y comerciar con sus primos. Fortalecidos por el comercio mutuo, los dos reinos prosperaron. Tras las muertes de Madoran y Khardros, sus hijos encargaron dos grandes estatuas en honor a sus padres. Las dos estatuas harían guardia sobre el paso a las tierras del sur, que se habían vuelto volcánicas cuando apareció la ardiente presencia de Ragnaros. Ambas servirían tanto de advertencia a todos aquellos que se atrevieran a atacar a los reinos enanos como de recordatorio del precio que los Hierro Negro habían pagado por sus crímenes.

Los dos reinos mantuvieron estrechos lazos durante algunos años, pero los Martillo Salvaje habían cambiado mucho por los horrores que habían presenciado en Grim Batol. Prefirieron vivir en la superficie de las lomas de Pico Nidal en lugar de tallar un gran reino en el interior de la montaña. Las diferencias ideológicas entre los dos clanes enanos, acabarían haciendo que cada uno siguiera su camino.

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