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Durante diez largos años, Ner’zhul construyó su base de poder en Northrend. Se erigió una gran ciudadela sobre la Corona de Hielo atendida por legiones de muertos vivientes cada vez más numerosas. Sin embargo, mientras el Rey Lich extendía su influencia por la tierra, un solitario y sombrío imperio se oponía a su poder. El antiguo y subterráneo reino de Azjol-Nerub, que había sido fundado por una raza de siniestras arañas humanoides, envió a su elite guerrera a atacar la Corona de Hielo y acabar con el loco intento de dominio del Rey Lich. Ante su frustración, Ner’zhul se dio cuenta de que los malvados Nerubians eran inmunes tanto a la plaga como a su dominación telepática.

Los señores-araña Nerubian contaban con enormes fuerzas y con una red subterránea que se extendía hasta casi la mitad de la amplitud de Northrend. Sus ataques relámpago sobre las fortalezas del Rey Lich frustraban uno tras otro todos sus intentos de acabar con ellas. Al final, Ner’zhul ganó su guerra contra los Nerubians por desgaste. Con la ayuda de los furiosos Señores del terror y sus innumerables guerreros muertos vivientes, el Rey Lich invadió Azjol-Nerub e hizo caer sus templos subterráneos sobre las cabezas de los señores-araña.

Aunque los Nerubians eran inmunes a su plaga, los crecientes poderes nigrománticos de Ner’zhul le permitieron animar los cadáveres de los guerreros araña y doblegarlos a su voluntad. Como homenaje a su tenacidad y audacia, Ner’zhul adoptó el distintivo estilo arquitectónico de los Nerubians para sus propias fortalezas y estructuras. Había llegado el momento de gobernar su reino sin oposiciones: el Rey Lich empezó a prepararse para su verdadera misión en el mundo. Extendiendo su vasta conciencia hasta las tierras humanas, el Rey Lich llamaba a todas las almas oscuras que quisieran escucharle...

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