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Kel´Thuzad, Aliado en la Campaña de los Muertos Vivientes y en la Campaña del Azote.

 

En un período corto antes de la Segunda Guerra, Kel'Thuzad fue miembro del Consejo de los Seis, el gran concilio de Kirin Tor -los maestros de Dalaran. De entre todos los líderes de Kirin Tor, Kel'Thuzad era quien estaba más ansioso por conseguir acceso a la Biblioteca del Guardián - el depósito del conocimiento acumulado por Medivh en su torre de Karazhan - y por eso fue el más afectado cuando el contenido de la biblioteca se perdió. Tras la muerte de Medivh, Kel'Thuzad y los otros miembros del Kirn Tor culparon a Khadgar, el aprendiz de Medivh, de lo sucedido. Kel'Thuzad pareció particularmente interesado en descubir más sobre el misterioso Concilio de Tirisfal, tal y como le indicó a Antonidas. 

Kelt'Thuzad fue uno de aquellos pocos que escucharon la llamada de poder del Rey Exánime desde su prisión helada de Rasganorte. Por aquel entonces, sus ansias de poder lo habían llevado a practicar la nigromancia (algo prohibido por el Kirin Tor) y había encontrado una gran fuente de conocimiento, hasta el momento desconocido, en las artes oscuras. Convencido de que el Kirin Tor cometía un error al no estudiar las posibilidades de aquel poder y viendo que el responsable de la llamada poseía un gran control sobre esta escuela de magia decidió aprender todo lo que pudiera del Rey Exánime.

Toda su fortuna y prestigio quedaron atrás cuando abandonó Dalaran y, siguiendo la voz que resonaba en su cabeza, se dirigió al norte cruzando grandes extensiones de tierra y mar hasta que al fin llegó a las costas heladas de Rasganorte. Mientras se dirigía al glaciar de donde provenía la llamada, pasó cerca de las ruinas de Azjol-Nerub donde comprobó hasta qué punto llegaba el poder de Ner'zhul y lo fructífera que podía ser una colaboración entre ambos.

Tras meses de infructuoso camino a través de las estepas heladas, finalmente llegó al glaciar donde se encontraba la ciudadela oscura. Los guardas le dejaron pasar y Kel'Thuzad descendió hasta la base del glaciar donde se encontraba el Trono Helado, la prisión del Rey Exánime, ante la que se arrodilló ofreciendo su alma a su nuevo señor. 

Ner'zhul se encontraba muy complacido con su último recluta, al que le prometió la inmortalidad y un gran poder a cambio de su obediencia. Deseoso de descubrir ese gran poder, Kel'Thuzad aceptó el trato y se embarcó en su primera gran tarea: volver a los reinos humanos y fundar una nueva religión cuya palabra tomara al Rey Exánime como un dios.

Para ayudarlo en su tarea, Ner'zhul dejó la humanidad de Kel'Thuzad intacta permitiéndole mantener su aspecto. Con sus poderes de ilusión y persuasión, debería entrar en el alma de los oprimidos, aquellos habitantes de Lordaeron que habían perdido sus derechos y privilegios, para, vez obtenida su atención, enseñarles el tipo de sociedad de la que podrían formar parte, una sociedad donde dejarían de ser unos parias y donde premiaría la palabra del Rey Exánime. Kel'Thuzad regresó a Lordaeron disfrazado, y durante tres años, usó sus recursos e inteligencia para reunir a hombres y mujeres de su mismo perfil en una hermandad secreta, que se denominó el Culto de los Malditos. Al igual que le prometió Ner'zhul a Kel'Thuzad, los acólitos de la sociedad serían recompensados con la vida eterna como pago por sus servicios y obediencia. A medida que pasaban los meses, Kel'Thuzad iba encontrando nuevos voluntarios ansiosos por pertenecer al culto entre los explotados granjeros de Lordaeron. Para su sorpresa, la misión de pervertir la fe en la Luz Sagrada de los habitantes de Lordaeron y sustituirla por el culto a Ner'zhul estaba siendo muy sencilla. Cuando el Culto de los Malditos creció y se expandió en tamaño e influencia, Kel'Thuzad se preparó para el siguiente paso de su misión, esta vez bajo un gran secretismo hacia las autoridades de Lordaeron. 

Dado el éxito de Kel'Thuzad en Lordaeron, el Rey Exánime ultimó los preparativos para el asalto contra los humanos. Tras desarrollar un veneno conocido como la plaga, colocó grandes partidas en calderos que fueron transportados por Kel'Thuzad hasta Lordaeron donde fueron escondidos en las granjas pertenecientes a miembros del Culto de los Malditos. Los calderos servirían de generadores del veneno enviando la plaga a través de las ciudades del norte de Lordaeron sin levantar sospechas.

El plan salió a la perfección. La mayoría de granjeros fueron contanimados de inmediato y, como sucedió en la fase de pruebas preliminar del veneno en Rasganorte, aquellos que tenían contacto con el veneno morían para levantarse más tarde como zombies esclavos a la voluntad del Rey Exánime. Muchos miembros del culto eligieron contaminarse para obtener así la promesa de la inmortalidad a través de la no-muerte. A medida que la plaga se extendía, la zona norte del reino se iba llenando de zombies. Kel'Thuzad, tras ver la rapidez con la que crecía este ejército, lo llamó La Plaga. El siguiente paso era avanzar hacia el corazón de Lordaeron y borrar la humanidad de la faz de la tierra. 

Siguiendo con las instrucciones del Rey Exánime, Kel'Thuzad estuvo al mando de la infección del pueblo de Rémol donde fue descubierto por Lady Jaina y el Príncipe Arthas Menethil. Tras huir rápidamente, se refugió en Andorhal, donde le contó a Arthas que el responsable de lo ocurrido era Mal'ganis que se encontraba en Stratholme. Arthas, enfurecido mató Kel'Thuzad después de que este confesara que la muerte no significaba nada ya que, para él, el camino no acababa ahí.

Tras el viaje de Arthas a Rasganorte, donde acabó con Mal'ganis y se hizo con Agonía de Escarcha, regresó a Lordaeron donde traicionó a su reino y se convirtió en siervo del Rey Exñanime. Kel'Thuzad se le empezó a aparecer en forma de fantasma. Tras derrotar a Gavinrad el Terrible y recuperar los restos del nigromante, este advirtió al joven príncipe que no debía confiar en los Señores del Terror, ya que estos eran los carceleros del Rey Exánime y prometió explicarle todos los entresijos de los planes del su maestro una vez que recuperara su forma corpórea en la Fuente del Sol de Quel'Thalas.

Kel'Thuzad observó la procesión de Arthas hacia la Fuente del Sol en Silvermoon y su estratagema para derrotar a los elfos liderados por Sylvanas. Finalmente el asedio a Lunargenta se saldó con la destrucción de la ciudad y con La Plaga avanzando hasta la Fuente donde Arthas depositó los restos de Kel'thuzad. Con la ayuda de Tichondrius, Kel'Thuzad renació bajo la terrorífica forma de un exánime.

Mientras viajaban hacia Alterac, Kel'Thuzad explicó a Arthas que La Plaga era solo el preludio de lo que llegaría después, una horda de demonios conocida como la Legión Ardiente que destruiría el mundo. A donde se dirigían era precisamente a invocar a su general, un eredar llamado Archimonde. Tras derrotar a los orcos que custodiaban el portal, Kel'Thuzad se comunicó con el demonio que le encomendó la tarea de ir a Dalaran y robar el libro de hechizos de Medivh.

Mientras Arthas lideranba el ataque a Dalaran donde mató al antiguo maestro de Kel'Thuzad - el archimago Antonidas-, el nigromante usó el libro para el ritual de invocación que traería a Archimonde a Azeroth. El proceso requería cierto tiempo, de manera que mientras Kel'Thuzad llevaba a cabo los preparativos, Arthas defendía su posición de los ataques del Kirin Tor. Cuando se completó, Archimonde apareció tras el portal, libre para dar órdenes a cualquiera ya que representaba la máxima autoridad de la Legión Ardiente en ese plano de existencia. Su primera decisión fue nombrar a Tichondrius líder de La Plaga, dejándo a Arthas y Kel'Thuzad en un segundo plano. Sabiendo que los planes del Rey Exánime aún no habían llegado a su fin, Kel'Thuzad desapareció en mitad del caos formado por la destrucción de Dalaran.  

Kel'Thuzad reapareció cuando la Legión, a través de los señores del terror, se establecieron en las Tierras de la Peste, donde permaneció como lugarteniente del Rey Exánime en la vieja capital. Arthas había ido a Kalimdor para encontrarse con Illidan, dejando solos a Kel'Thuzad y Sylvanas en Lordaeron. Ambos supieron mucho antes que los señores del terror, que la Legión había sido derrotada tras la batalla de Hyjal.

Arthas regresó y expulsó a los señores del terror de Ciudad Capital para alivio de Kel'Thuzad. Sin los generales de la legión, fueron a los poblados humanos a por los aldeanos que estaban huyendo hacia las montañas. Kel'Thuzad pensó que serían un buen sacrificio para el Rey Exánime pero en cuanto atacaron, Arthas empezó a sufrir ataques. Tras sacrificar a los humanos, Arthas recibió un mensaje de Ner'zhul que le ordenó marchar rápidamente hacia Rasganorte. Kel'Thuzad preparó inmediatamente la partida pero mientras, los señores del terror los emboscaron y se separaron. Mientras los demonios se centraban en el ejército de Arthas, Kel'Thuzad se deslizó fuera de la ciudad sigilosamente.

Kel'Thuzad ayudó más tarde a Arthas cuando Sylvanas y sus almas en pena lo asaltaron. El exánime se encargó de ellas con lo que Sylvanas se vio obligada a huir. Kel'Thuzad escoltó a Arthas hasta la playa donde estaban anclada la flota de barcos para su marcha. Arthas le pidió como su más leal sirviente que permaneciera en Lordaeron para asegurarse de que el legado del Rey Exánime no se perdía en una guerra civil. Kel'Thuzad juró que llevaría a cabo la misión a cualquier precio.

Tras la partida de Arthas, se desencadenó una guerra entre Sylvanas y los señores del terror. Kel'Thuzad aprovechó el momento para ocultar su ejército y recargar sus poderes en las tierras de la peste donde erigió la necrópolis voladora de Naxxramas.

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