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Jaina, Aliada en la Campaña de los Humanos, enemiga en la Campaña de los Orcos pero se vuelve aliada del capitulo final en adelante y tambien es una aliada en la Campaña de Bonificacion

 

Jaina Valiente nació poco antes de la Primera Guerra, es la hija menor del almirante Daelin Valiente de Kul Tiras y una gran aliada de Lordaeron y de Azeroth. Desde muy pequeña, Jaina adoraba oír historias sobre la guardiana Aegwynn. Pronto descubrió su talento mágico, por lo que fue enviada a Dalaran donde fue instruida por el gran archimago Antonidas. Allí se convirtió en una de las pocas mujeres hechiceras en servir directamente a Dalaran. Sintiendo la presión de su mentor y el heroico linaje del que provenía que provocaba que los ojos de todos los ciudadanos se fijasen en ella, Jaina centró toda su atención en sus estudios.

Dada su procedencia (casa real de Kul Tiras), era inevitable que llegara a conocer a Arthas, el heredero al trono de Lordaeron. Se encontraron por primera vez en la Catedral de Ciudad Capital y desde entonces, crecieron bajo el amparo de una gran amistad, que luego se tornó en romance. Otro príncipe, Kael'thas que estudiaba en Dalaran, también suspiraba por Jaina pero ella eligió a Arthas. Su primera aventura juntos sucedió una de las veces que Arthas la escoltó hasta Dalaran, cuando la llevó a ver uno de los campos de internamiento donde se encontraban prisioneros los orcos capturados tras la Segunda Guerra. Estaban tan enamorados que incluso estuvieron pensando en el matrimonio. Sin embargo, Arthas se preguntaba si estaban listos para estar juntos de por vida y rompió abruptamente su relación para que Jaina se centrara en sus estudios y él en sus obligaciones en Lordaeron. A Jaina le dolió bastante la decisón de Arthas pero no la cuestionó. Pronto se daría cuenta que era lo correcto. Tiempo después, decidieron reanimar su romance, pero esto ocurrió justo cuando apareció La Plaga, sus vidas cambiaron para siempre. 

Muchos años después, Antonidas, deseoso de saber más acerca de la peste que se extendía en el norte de Lordaeron, fue visitado por un misterioso profeta, quien le habló acerca de la Legión y le aconsejó abandonar Lordaeron y huir hacia el oeste, a Kalimdor. Antonidas rechazó las advertencias del profeta, tomándolo por un loco insensato, pero Jaina, que se había ocultado y había escuchado todo, sintió gran poder en el profeta y pensó que tal vez deberían hacer caso a sus advertencias. Antonidas, que seguía en desacuerdo, envió entonces a Jaina a ayudar a Arthas a investigar la peste en la aldea del norte de Rémol.

Tras investigar el pueblo, Jaina vio cosas muy extrañas, incluyendo un nigromante y una criatura hecha de cuerpos diferentes. Se enfrentaron a varios no-muertos y finalmente encontraron un granero que contenía alimento infestado por el veneno. Las cajas llevaban el sello de Andorhal, la principal ciudad distribuidora de grano en todo Lordaeron.

Arthas y Jaina persiguieron al nigromante quien, antes de desaparecer, se identificó como Kel'Thuzad, un antiguo miembro del Kirin Tor. Ya en Andorhal, se encontraron con un ejército de no-muertos a los que derrotaron, persiguiendo al nigromante que finalmente murió a manos de Arthas.

Jaina y Arthas se encaminaron a la parte central de Lordaeron para descansar en el pequeño pueblo de Vega del Amparo. Sin embargo, al llegar descubrieron que el grano infectado proveniente de Andorhal ya había llegado y había sido distribuido entre los ciudadanos. La peste no mataba a los consumidores, sino que los transformaba en no-muertos.

De mala gana pero con impaciencia, Jaina abandonó el lugar para avisar a Uther y buscar refuerzos. Al volver con los Caballeros de la Mano de Plata, Vega del Amaro ya había sido destruida pero Arthas continuaba luchando en una batalla casi perdida. Con la ayuda de Uther, lograron hacer retroceder a los no-muertos. El Príncipe Arthas, desmoralizado y horrorizado por las aplastantes fuerzas de no-muertos, se comprometió a ir a Stratholme, donde esperaba enfrentarse a Mal'Ganis, el responsable de la distribución del grano envenenado.

Jaina y Uther no tuvieron otra opción que seguir al príncipe a Stratholme, pero no llegaron a tiempo para evitar que los ciudadanos consumieran el grano contaminado. Los tres héroes sabían que los habitantes de Stratholme se convertirían en no-muertos en sólo cuestión de tiempo. Arthas tomó la terrible decisión de purgar la ciudad, asesinando a todos sus habitantes, pero Uther no podía permitir la muerte de personas indefensas cuyo único error había sido consumir el grano infectado. Sin embargo, dejarlos con vida haría que pronto se conviertan en una amenaza. Uther rehusó ayudar a Arthas en la matanza, lo que provocó la furia del príncipe que lo acusó de traición, disolviendo la orden de la Mano de Plata. Para sorpresa de Arthas, Jaina escogió seguir a Uther.

Jaina y Uther regresaron a las ardientes ruinas de Stratholme una vez que Arthas hubo acabado con todos y ambos quedaron horrorizados con lo que vieron. Fue entonces cuando Jaina recibió la visita del profeta que anteriormente había ido a hablar con Antonidas y también al Rey Terenas Menethil. El profeta vio en ella a una líder y le ordenó conducir a su pueblo y viajar al oeste, escapando de Lordaeron y de su hogar en Kul Tiras. Jaina, convencida por las palabras del profeta, hizo los preparativos para el gran viaje. 

Al llegar a Kalimdor, Jaina se sorprendió de encontrarse con los orcos, que habían llegado a Kalimdor por mar. Creyendo que la Horda la había seguido desde Lordaeron, les plantó cara junto a varios de sus caballeros y luchó contra un grupo que estaban dirigidos por Grom Grito Infernal. Viéndose superada, la maga buscó un lugar donde poder mantener a raya a los orcos. La Cima del Espolón era una buena opción, y además Jaina percibía un gran poder proveniente de la cima de la montaña. Después de que sus fuerzas fueron derrotadas en la defensa de la montaña, Jaina llevó a una pequeña expedición a su interior, con el anhelo de encontrar algún tipo de poder que la ayudara a derrotar a los orcos. Pero alguien los seguía.

A llegar al interior de la montaña, Jaina se encontró con Thrall y Cairne. Cuando la acción iba a sustituir a las palabras, el Oráculo, que en realidad era el profeta que se les había aparecido a todos en Lordaeron, interrumpió a los líderes y les rogó que unieran sus fuerzas para derrotar a la Legión Ardiente.

Jaina accedió con desgano y desconfianza, y le explicó a Thrall que si quería su colaboración, tendría que vigilar a los orcos con los que había estado luchando. Al ver que Grom no respondía de sus actos por haber sido corrompido por la sangre de Mannoroth, Thrall y Jaina trazaron un plan. La maga le dio al orco una Gema del Alma, que usó para capturar la esencia de Grom y devolverle la razón.

Jaina y Thrall continuaron siendo aliados, aunque a sus ejércitos no les hiciera mucha gracia. Juntos, lucharon contra los no-muertos, incluso contra las tácticas de guerrilla de los elfos. Aunque sus alianzas los mantenían unidos, sus vidas pendían de un hilo.

Finalmente, Thrall tuvo una visión y Jaina lo siguió hasta una cueva donde se encontraron con los líderes de los elfos de la noche: Malfurion y Tyrande. También se encontraba allí el Profeta que reveló su identidad, Medivh el Guardián, que había regresado a corregir sus errores cometidos tiempo atrás. Reunidos todos los presentes, Medivh les rogó a humanos, orcos y elfos de la noche que unieran sus fuerzas para hacer frente a la Legión, que pretendía llegar hasta Nordrassil, el Árbol del Mundo de la cima del Monte Hyjal, para destruirlo. Su discursó caló entre los líderes que aceptaron defender juntos la montaña sagrada.

Jaina planteó una primera defensa contra el avance de la Legión en la base de la montaña. Al ser la primera línea defensiva, la base de Jaina fue la primera en caer. Antes de caer, Jaina usó sus hechizos de teletransporte para moverse hasta el campamento de los orcos, situado a medio camino de la cima que también fue pasto de los demonios. De nuevo, Jaina usó su teletransporte para llevar a Thrall a lugar seguro mientras Archimonde y sus guardias del apocalipsis se abrían camino hasta la cumbre donde fueron finalmente derrotados por los espíritus guardianes despertados por Malfurion. 

Tras la derrota de la Legión en el Monte Hyjal, Jaina llevó a sus refugiados a una región en la costa este de Kalimdor, donde fundó la ciudad de Theramore.

No se sabe exactamente en qué momento se fundó la ciudad (las fuentes difieren entre si fue antes o después de la Batalla de Hyjal), pero su papel fue clave para la fundación de la nación orca de Durotar.

Cuando Rexxar llegó a Theramore para pedirle explicaciones a Jaina sobre la invasión de fuerzas humanas a Durotar y el intento de asesinato contra Thrall. Jaina negó todo conocimiento sobre esas actividades y se ofreció a ayudar al Mok'Nathal a investigar sobre estos hechos. Al llegar al lugar donde las fuerzas humanas se habían apostado, descubrieron que la zona estaba siendo atacada por los naga. Los humanos cayeron pero uno de los marinos moribundos, confesó a Jaina que su padre, el Almirante de Kul Tiras, estaba detrás de todas las hostilidades contra los orcos. Jaina volvió con Rexxar y Rokhan de vuelta a Theramore y descubrió con horror que su padre había decidido rendirle una visita. Al verlos, Daelin reclamó a los acomañantes de su hija como prisioneros y los mandó detener. Jaina le reprochó a su padre que la Horda ya no era enemiga de la Alianza y ayudó a escapar a Rexxar y Rokhan. Cuando tales noticias llegaron a oídos de Thrall, se formó un grupo de asalto para expulsar a las fuerzas de Kul Tiras de Theramore.

Jaina le suplicó a Thrall que respetase a los humanos que estaban bajo su mando, porque era la única familia que le quedaba. Además, ayudó a Rexxar a romper el fuerte bloqueo marítimo que había establecido su padre y dio órdenes a sus tropas para que no intervinieran cuando se produjo el asalto final. Con esta ayuda, la Horda invadió la isla y Daelin se refugió en el castillo junto con sus tropas de élite aunque finalmente cayó derrotado por Rexxar. "¿Por que no escuchaste?" fueron las últimas palabras que el Almirante escuchó por boca de Jaina. 

Theramore y Durotar permanecieron en relativa paz durante tres años. A pesar de las últimas alianzas, ambos aún desconfiaban uno del otro y cualquier pequeño incidente tenía sobredimensionar su importancia. Es lo que pasó cuando una serie de incidentes marítimos elevaron la tensión de ambas potencias cuando los goblin, que controlaban el único puerto neutral de la región, se quejaron.

A pesar de la tensión, Thrall pidió ayuda a Jaina para volver a situar una manada de lagartos de trueno que habían sido dispersados por una misteriosa operación de deforestación en el Monte del Trueno. Jaina intentó trasladar a los lagartos a la inhabitada región al otro lado de Mulgore, pero quedó asombrada al descubrir que la región protegía mágicamente a su único habitante: Aegwynn.

Un demonio menor, Zmodlor había revivido al clan Burning Blade y planeaba crear una guerra entre la Alianza y la Horda.

Jaina y Aegwynn regresaron a toda prisa a Theramore, por desgracia, el único chambelán de Jaina había sido corrompido por las influencias del clan orco. Tras negociar con el tránsfuga, éste aceptó llevarles hasta Zmodlor. Desafortunadamente, el demonio estaba protegido por una pequeña escuadra de brujos. Tras luchar, Jaina quedó agotada y estuvo a punto de morir, pero Aegwynn logró salvarla usando su propia vida. Finalmente lograron derrotar a los brujos y desterrar a Zmodlor al Vacío Abisal. Tras la crisis, Jaina y Thrall firmaron un tratado de no agresión para garantizar que la desconfianza mutua entre su gente no lleguara de nuevo a los límites de la guerra.

Contra viento y marea, Aegwynn sobrevivió y asumió las funciones que dejó el chambelán de Jaina.

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