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Cairne, Aliado en la Campaña de los Orcos y la Campaña de Bonificacion

 

El audaz y reflexivo líder de la tribu Tauren de los Pezuña de Sangre, Cairne vivió desde su juventud cerca a las costas del Mare Magnum y las Planicies.

Es un guerrero sin igual y un sabio líder de su viejo pueblo. Aunque ralentizado por el peso de la edad, todavía posee gran fuerza y valor. Este gigante de gran corazón sabe que su pueblo se encuentra en grave peligro de exterminación a causa de los centauros. Sin emabrgo, nunca ha abandonado la esperanza de poder dirigir a su gente a una nueva tierra en la que puedan establecer su hogar y vivir en paz.[4]

Sin embargo, tras los salvajes ataques de los Centauros merodeadores a su gente y a sus rebaños de caza, Cairne planeó trasladar a su gente a las verdes praderas de Mulgore. Dado que los ataques de los centauros se hacían cada vez más frecuentes, el líder tauren supo que con las planicies abiertas no sería capaz de vencerlos y rápidamente comenzó a perder la esperanza.

Las cosas cambiaron cuando Cairne conoció a Thrall, el joven Jefe de Guerra de la nueva Horda, y viendo como acababa con un grupo de centauros, quedó intrigado por su nobleza y salvajismo. Cuando Thrall le dijo que había venido a buscar su destino, Cairne lo dirigió al norte, donde se encontraba el Oráculo.

Con la ayuda de los orcos protegiendo la caravana, Cairne y Thrall se dirigieron a Mulgore donde el líder de los tauren le dijo al jefe de la Horda que el oráculo se encontraba en el interior de Cima del Espolón, tras lo cual le dio su bendición.

Cairne y Thrall se adentraron en el interior de las montañas. El tauren encontró una piedra espiritual encantada que permitía activar un puente etéreo para llegar al Oráculo. Una vez ante él, ambos se encontraron con Jaina que había llegado la primera y que al parecer también había recibido la llamada del misterioso visionario. Los tres recibieron instrucciones precisas del Oráculo: debían unirse para derrotar a la Legión Ardiente o Azeroth sería destruido. Ante la gravedad de la situación, la unión fue un hecho.

La sabiduría y fuerza de Cairne unida al gran poder de los guerreros tauren, fueron de gran ayuda para que Thrall recuperase a Grom Hellscream. Gracias al esfuerzo combinado de las tres razas, purgaron las influencias demoníacas de Hellscream. Tras la experiencia, Cairne rindió lealtad a la Horda para derrotar juntos a la Legión, una vez más.

Cairne ayudó a los orcos a establecerse en la nueva nación de Durotar tras lo cual se despidió y se trasladó junto a su gente a las nuevas tierras de Mulgore. A pesar de levantar una fuerte defensa contra centauros y arpías, el hijo de Cairne, Baine, fue capturado por los centauros. Temiéndose lo peor, Cairne se sumió en una profunda depresión. Sus seguidores trataron de liderar a su gente pero no había sustituto posible para él. Su segundo al mano, Tagar, intentó ayudarlo, pero el gran jefe permanecía absorto sin prestar atención. Sin su liderazgo, Tagar temió que la supervivencia de los tauren estuviera en peligro.

Cuando Rexxar y Rokhan fueron a pedirle la ayuda de los tauren para la batalla que se avecinaba contra el almirante Proudmoore y el ejército de Kul Tiras, Cairne les espetó que lo dejaran solo y le dijeran a Thrall que había muerto. Tagar los puso al corriente de la situación y ambos se pusieron a investigar la desaparición de Baine de inmediato. Con la ayuda de Bovan Windtotem, rescataron a Baine y lo devolvieron sano y salvo a su padre. 

Como agradecimiento, Cairne no solo ofreció a su gente como parte de las fuerzas de asalto de la Horda, sino que él mismo se puso al servicio de Thrall. Tras unirse a los guerreros de Rexxar y participar en la derrota de los hombres de Produmoore, se unió al asalto final a Theramore donde se puso fin al reinado de odio del almirante. Tras la batalla, Cairne y su gente volvieron a Mulgore.

Cairne reconoció que las tradiciones nómadas de la sociedad tauren habían puesto en peligro la supervivencia de su gente. Su forma de vida los hacía propensos a sufrir ataques de centauros, jabaespines y otras razas ya asentadas en territorios hostiles. Con la ayuda de la Horda, Cairne aseguró las praderas de Mulgore dotando a su pueblo de la confianza necesaria para poder establecer allí un hogar permenente. La ciudad donde los tauren podrían vivir en paz se construyó en lo alto de un gran risco, a salvo de cualquier incursión terrestre, y se llamó Cima del Trueno.

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