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Arthas Caballero de la Muerte, Protagonista de en la Campaña de los Muertos Vivientes y la Campaña del Azote, hizo una pequeña aparición en la Campaña de los Elfos Nocturnos.

 

En Rasganorte, Arthas se convirtió en el primer caballero de la muerte del Rey Exánime y mató a muchos de sus hombres. Algunos de ellos (como Falric y Thassarian) fueron resucitados como caballeros de la muerte al servicio de Arthas. Meses más tarde, Arthas viajó a Lordaeron, ante el jolgorio de su reino por ver como regresaba su campeón. Tras entrar en el castillo bruscamente, flanqueado por Falric y Marwyn, Arthas se arrodillo en el salón del trono y avanzó hacia su padre desenvainando a Agonía de Escarcha. La alegría inicial del Rey Terenas se diluyó rápidamente cuando se dio cuenta de las intenciones de su hijo. La corona real rodó por el suelo ensangrentada mientras Arthas se autoproclamaba nuevo Rey de Lordaeron. Desató la Plaga en Ciudad Capital. Un poco más tarde se encontró con Vivian, la esposa del héroe caído Killoren. Sintiendo Thassarian un conflicto interno, Arthas le ordenó matarla - era su madre - con el fin de probar su lealtad. 

Dejando a Falric y Marwyn supervisando a sus fuerzas en la ciudad, Arthas se dirigió a la Hacienda Balnir donde invocó sus nuevos poderes nigrománticos para resucitar a su fiel corcel Invencible, permitiéndole ser su montura una vez más.

Semanas más tarde reapareció en la aldea de Vandermar por petición de su nuevo maestro, el Rey Exánime. Allí, conoció a Tichondrius el Oscuro, un señor del terror, al igual que Mal'Ganis. Pensando que era su antiguo enemigo, Arthas lo amenazó hasta que descubrió que el demonio había venido para felicitarlo por sus acciones. Tichondrius explicó que la espada que consiguió en Rasganorte fue forjada por el Rey Exánime, y diseñada para robar almas. La de Arthas fue la primera. 

Arthas se reunió con los miembros del Culto de los Malditos que estaban escondidos en Vandermar, que lo ayudaron durante el camino hacia Andorhal, donde recuperó el cuerpo de Kel'Thuzad tras matar al paladín que custodiaba su cripta. Una vez que el fantasma de Kel'Thuzad se manifestó, le dio instrucciones a Arthas en secreto acerca de que no debía confiar en los Señores del Terror, algo en lo que el principe de Lordaeron estuvo más que de acuerdo.

Los restos del cuerpo de Kel'Thuzad estaban en un estado de avanzada descomposición y necesitaban ser llevados a la Fuente del Sol en Quel'Thalas para ser revividos. Tichondrius envió a Arthas a recuperar la urna mística, que podía ser utilizada para trasportar los restos de Kel'Thuzad y que estaba custodiada por miembros de su antigua orden, los Caballeros de la Mano de Plata. Arthas mató a los dos paladines al cargo de la urna, Ballador el Fuerte (que sobrevivió) y Sage Truthbearer, quienes condenaron su traición. Más tarde se encontró con Uther el Iluminado, que le explicó que la urna contenía las cenizas de su padre, el rey Terenas. El ser su mentor y amigo desde la juventud no fue impedimento para que Arthas acabara con él y se llevara la urna. Tras deshacerse de los restos de su padre, sustituyó el contenido de la urna por los de Kel'Thuzad, y emprendió un largo viaje hacia Quel'Thalas. 

Arthas se encontró una férrea resistencia por parte de los elfos, liderados por la Forestal General Sylvanas Brisaveloz. Tras atraerlos hasta su ejército de no-muertos, los arrinconó posteriormente haciéndoles retroceder mientras iban cayendo rápidamente. Sylvanas trató de llegar a la capital elfa para advertir de la llegada de La Plaga, pero Arthas destruyó a sus hombres y la asesinó. Para hacerle pagar por su insolencia, corrompió su espíritu, transformándola en una horrenda figura (una alma en pena), esclavizando su espíritu para que obedeciera las órdenes del Rey Exánime y obligándola a luchar contra su propia gente.

Arthas y su numeroso ejército aniquilaron Lunargenta dejándola en ruinas. De camino a la Fuente del Sol, Arthas se enfrentó al anciano Rey Anasterian Caminante del Sol al que mató sin ningún miramiento. Una vez en la fuente, usó su poder para revivir a Kel'Thuzad bajo la forma de un exánime. Mientras viajaban hacia Alterac, Kel'Thuzad explicó a Arthas los entresijos de la "Segunda Invasión" de la Legión Ardiente en Azeroth y los planes del Rey Exánime para La Plaga.[18] Kel'Thuzad debía ir a Alterac para destruir un campamento de orcos del clan Roca Negra, quienes habían tomado el control de una puerta infernal, para establecer contacto con Archimonde, el comandante de la Legión. La Plaga aniquiló a los orcos, y una vez que Kel'Thuzad recibió las órdenes de Archimonde, se dirigieron a la ciudad mágica de Dalaran. Las instrucciones del demonio eran claras: apoderarse del libro de hechizos de Medivh, que le permitiría a Kel'Thuzad convocar a Archimonde en Azeroth. 

A pesar de los esfuerzos del Kirin Tor para repeler la invasión, La Plaga perpetró una incursión a través de las defensas mágicas y fortificaciones, hasta conseguir matar al archimago Antonidas y hacerse con el citado libro de Medivh.

Mientras Arthas y sus tropas detenían el contraataque de los magos, Kel'Thuzad comenzó la invocación de Archimonde. Una vez que este llegó, declaró que el Rey Exánime había cumplido su cometido y ya no le era útil a la Legión Ardiente por lo que Tichondrius pasaría ahora a liderar a La Plaga. Arthas se preguntó qué sería de él y Kel'Thuzad, a lo que el exánime le respondió que todo estaba yendo según lo previsto por el Rey Exánime. La pareja desapareció mientras Archimonde canalizaba su venganza hacia la ciudad de Dalaran, a la que destruyó con un poderoso ritual. Arthas fue visto unos meses después en Kalimdor, donde Tichondrius estaba usando los poderes arcanos de la Calavera de Gul'dan. Arthas le confesó al recientemente liberado cazador de demonios Illidan Tempestira cómo reclamar los poderes de la Calavera para él, con los que podría destruir a Tichondrius. Illidan aceptó su plan y Arthas desapareció de nuevo. Archimonde dejó al cargo en Lordaeron a tres señores del terror (VarimathrasBalnazzar y Detheroc) que se instalaron en las dependencias posteriores del jardín que se encontraba en las ruinas del palacio real. Su misión era asegurarse que la nación permanecía bajo su control, y de paso vigilar a los servidores del Rey Exánime. Cuando Archimonde fue derrotado en Hyjal, los Señores del Terror no se enteraron inmediatamente sino meses después, cuando Arthas regresó para reclamar su trono. Al amenazarlos, estos huyeron inmediatamente. El siguiente paso fue reclutar a Sylvanas y Kel'Thuzad con los que aplastó a los refugiados humanos que aún quedaban en la zona, quienes estaban liderados por los paladines Dagren el Asesino de OrcosHalahk el Portador de vida y Magroth el Defensor. Sin embargo, durante la batalla, Arthas sufrió un dolor agudo proveniente del Rey Exánime que lo estaba llamando. A pesar de que su poder se había reducido, Arthas peleó hasta que los últimos humanos fueron masacrados. Poco sabía Arthas que la mengua que se había producido en el poder del Rey Exánime, era a causa del ataque que había perpetrado Illidan desde Dalaran y que había provocado que Sylvanas dejara de estar bajo su influencia. En secreto, ella asistió a una reunión con tres Señores del Terror que le confesaron que el poder del Rey Exánime se desvanecía, y que había llegado la hora de que reclamara su venganza. Arthas sufrió una emboscada en Ciudad Capital, y se vio obligado a reclutar a cualquiera que le fuera leal para enfrentarse a los Señores del Terror, que contaban con la poderosa abominación Festín de Sangre. Cuando estaba llegando a los límites de la ciudad, fue salvado por un grupo de almas en pena, que le advirtieron que Sylvanas las había enviado para ponerlo a salvo lejos de allí. Sin embargo, cuando se acercaron a un claro del bosque, Arthas recibió una visión del Rey Exánime que le dijo que iba a ser traicionado. Al momento, apareció Sylvanas que lo atacó con una flecha paralizante. 

Kel'Thuzad fue tras ella, pero el Rey Exánime ordenó a Arthas que regresara rápidamente a Rasganorte, porque unas fuerzas demoníacas (Illidan y su ejército de nagas) querían destruir el Trono Helado.

Inmediatamente, Arthas preparó su flota y navegó rumbo norte, dejando a Kel'Thuzad al cargo de Lordaeron. 

Tres semanas después, Arthas desembarcó en la costa de Rasganorte, donde fue inesperadamente fue atacado por elfos de sangre liderados por el príncipe Kael'Thas, deseoso de venganza tras la destrucción de su reino. Arthas fue salvado por Anub'arak, el otrora rey de Azjol-Nerub. Kael le advirtió que aunque la emboscada preliminar había fallado, no le sería tan fácil escapar del grueso de su ejército, tras lo cual se teletransportó a un lugar seguro.

Preocupado de que Kael pudiera estar en lo cierto, y que nunca pudiera llegar a la ciudadela donde se encontraba el Trono Helado antes que que lo hiciera Illidan, Arthas estuvo cavilando otras posibilidades de acceso al corazón de Rasganorte. Fue Anub'arak quien propuso una solución práctica, acortando camino por los túneles subterráneos del subsuelo del reino devastado de Azjol-Nerub. Con suerte podrían alcanzar a Illidan en el glaciar y derrotarlo antes de que accediera a la prisión helada del Rey Exánime. Sin más opciones done elegir, Arthas aceptó.

Anub'arak sugirió emboscar a Sapphiron, un dragón azul sirviente de Malygos, para que ambos se equiparan con sus tesoros. Finalmente, no sólo asesinaron al dragón, sino que Arthas utilizó el poder que le quedaba para traer a Sapphiron de vuelta a la vida como sirviente de La Plaga bajo la forma de una poderosa vermis de escarcha

Cuando llegaron a las puertas de Azjol-Nerub, Arthas fue atacado por la artillería de los enanos que acompañaban a Muradin antes de que este fuera sepultado en la caverna de Agonía de Escarcha, liderados por Baelgun Barballamas. Dejando a Sapphiron fuera, Arthas no sólo peleó contra ellos, sino también contra los nerubian supervivientes, a medida que se adentraba en el Reino Arácnido. La ayuda de Anub'arak fue incuestionable, ayudando a Arthas en trampas en las que podía haber muerto y guiándolo por los angostos túneles.

Tras huir de los enanos, Baelgun les advirtió que el lugar donde se estaban adentrando estaba protegido por un antiguo mal. an pronto como Arthas y Anub'arak se adentraron en las cavernas más profundas enfrentaron a los ignotos, una raza poderosa y vil que se creía que sólo existía en leyendas. Arthas y Anub'Arak lograron vencerlos, y sufrieron para hacer lo propio con el poderoso Olvidado. Cuando llegaban al Reino Superior, un terremoto colapsó la parte del pasaje en donde estaban, separando a Anub'arak de Arthas. El joven rey tuvo que esquivar muchas trampas para llegar hasta donde se encontraba su compañero de viaje. Una vez reunidos, Anub'arak alabó la fortaleza de Arthas y le confesó que no le extrañaba que Ner'zhul lo hubiera elegido como su campeón. Cuando escalaban la parte final de Azjol-Nerub hacia la superficie, el Rey Exánime contactó telepáticamente con Arthas una vez más, y le explicó que estaba perdiendo su poder, a causa de una brecha que se había producido en el trono helado por donde se escapaba su energía. Ner'zhul recargó los poderes de Arthas, sabiendo que los necesitaría en la siguiente batalla. Cuando finalmente alcanzaron la superficie, tuvieron que contener al ejército de Illidan que se encontraba próximo a la ciudadela de hielo. Los naga de Lady Vashj y los elfos de sangre de Kael se enfrentraron a Arthas y Anub'arak a los que se unieron los esbirros de La Plaga que se encontraban defendiendo la fortaleza. Arthas consiguió activar los cuatro obeliscos que se encontraban alrededor del glaciar, que abrían las puertas al Trono Helado y donde Illidan lo estaba esperando. Arthas le advirtió dejar Azeroth y no volver nunca. Arthas, con la ayuda de Anub'arak, se abrió camino a través de los ejércitos del Príncipe Kael'thas que se enfrentó a él con la espada élfica Felo´melorn que perteneció a su padre, Dath'Remar Caminante del Sol. El duelo de espadas rúnicas se resolvió del lado de Agonía de Escarcha, ya que Kael'thas se vio obligado a huir y dejó a Arthas el camino libre para activar los cuatro obeliscos que rodeaban el glaciar y que abrían las puertas hacia el Trono Helado. Sin embargo, Illidan estaba esperándolo para poner en práctica sus nuevas habilidades demoníacas recién adquiridas. Su gran poder casi le hizo vencer al príncipe de Lordaeron pero cuando iba a darle el golpe de gracia, bajó la defensa lo que le permitió a Arthas herirle grávemente en el pecho. Debido a la gravedad de su herida y a la premura con la que su tarea debía ser completada, Arthas abrió las puertas del glaciar y dejó a Illidan morir solo. 

Cuando entró en el hueco glaciar, Arthas ascendió al pináculo de hielo en cuyo final se encontraba su destino. Las voces de aquellos que su locura les había hecho traicionar, Uther el IluminadoMuradin Barbabronce y Jaina Valiente resonaron en su cabeza persuadiéndolo para no continuar el camino a la cima. Cuando el sendero acabó, el Rey Exánime prisionero en el Trono Helado y Arthas se encontraron frente a frente. La voz de Medivh fue la última que intentó detener a Arthas antes de que Ner'zhul hablara:

- "Tu joven príncipe solo encontrará la muerte en el helado norte."

- "Devolved la espada... completad el círculo... ¡liberadme de esta prisión!"

Con un grito ensordecedor, Arthas golpeó con Agonía de Escarcha la prisión helada que encerraba al Rey Exánime haciéndola saltar en mil pedazos que quedaron desperdigados por el suelo. El Trono Helado quedó destruido y el casco de Ner'zhul rodó hasta sus pies. Arthas se lo puso en la cabeza y el inimaginable poder del artefacto hizo el resto.

- "Ahora" resonó en su mente la voz de Ner'zhul "¡somos unos solo!" En ese momento, los espíritus de Ner'zhul y Arthas se fusionan en un solo ente más poderoso que el original, tal y como había planeado siempre el Rey Exánime: el ser más poderoso que haya nacido en Azeroth.

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